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          Amaya Amador nos narra la historia –absolutamente verídica– de dos de los muchos humildes campesinos que participaron en las batallas lideradas por Francisco Morazán en busca de la unidad de los pueblos centroamericanos. Y que al regresar a su municipio de origen quisieron contribuir con el progreso de su pueblo, en particular de la juventud.
Ese deseo de superación fue el motivo por el cual la “reacción inquisitorial”, encabezada por el cura, el alcalde y los notables del pueblo, los acusó –aprovechándose de la ignorancia y la supersitición popular– de herejes, de tener pacto con el diablo, y de haber echado una maldición de enfermedades y muerte contra los pueblos . Motivos suficientes para fusilarlos.
Al escribir esta novela Amaya Amador consideró que sería de “interés para aquellos que sustentan principios revolucionarios y democráticos” y la dedicó a “la juventud de Honduras”. Esta nueva edición de Los Brujos de Ilamatepeque va dedicada para esa juventud que hoy exige un urgente cambio de rumbo en el país, luchando en las calles, colegios; y universidades junto al pueblo en resistencia contra las retrógradas instituciones que nos mal gobiernan.
Nació el 29 de abril en 1916 en el municipio de Olanchito, en el departamento de Yoro, entre sus primeros oficios estuvieron los de maestro de escuela primaria y de regador de veneno en los campos bananeros, lo que le dio la experiencia en carne viva de las situaciones precarias que vivían los trabajadores de las plantaciones bananeras.3 En el año 1939, comenzó una etapa como periodista,4 empleándose en el periódico El Atlántico de La Ceiba. Comenzó como redactor, escalando rápidamente hasta llegar a ser editor periodístico. En octubre de 1943 fundó una revista semanaria en la ciudad de Olanchito, llamada Alerta.
En 1944, escapando de persecución política, huyó buscando auxilio en Guatemala, país que lo acoge por los siguientes diez años. Trabajó en el periódico Nuestro Diario y prestó colaboración en El Popular Progresista, Mediodía y Diario de Centroamérica. Tras el derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz, buscó asilo en la embajada de Argentina para posteriormente migrar hacia este país, donde se radicó en la ciudad de Córdoba y trabajó para la editorial Sarmiento, es en esta ciudad donde conoció a Regina Arminda Fúnez con quien se casaría el 19 de enero de 1957.
En mayo de 1957 regresó a Honduras, donde comenzó a trabajar para el periódico El Cronista y fundó la revista Vistazo en Tegucigalpa.
En abril de 1959 abandona de nuevo el país junto con su esposa y sus hijos, Aixa Ixchel y Carlos Raúl, radicándose en Checoslovaquia. Tomó residencia en la ciudad de Praga, donde trabajó para una revista llamada "Problems of Peace and Socialism'
También es conocido como el señor de las novelas, mayormente en Honduras.